Los hombres que no amaban a las mujeres
Estoy esperando la segunda parte de la trilogía Millennium. Creo que sale a la venta mañana así que, antes de ir al Congreso Lo Mejor de la Gastronomía, a ver si me da tiempo a comprarla.
Lo primero que me llamó la atención fue el título: «Los hombres que no amaban a las mujeres». Y efectivamente de eso precisamente trata el libro. Aunque el argumento oficial es la extraña desaparición de una chica hace muchas décadas y la obsesión que un familiar suyo tiene en saber qué ocurrió, la realidad es que el libro trata de hombres (varios) que no aman a las mujeres. No sólo que no las aman, sino que las agreden, las menosprecian y las maltratan. La historia está ambientada en un caso paralelo de denuncia periodística por delitos económicos (tan en boga actualmente) y salpicada del lenguaje y los usos de las nuevas tecnologías. Pero en el fondo, lo que subyace y, ahí reside precisamente su originalidad, es que se trata de un libro de maltratadores que tiene como protagonista a una mujer maltratada (deja entrever que lo fue reiteradamente durante su infancia) que incluso sufre en un momento determinado de la historia una situación de extrema vejación y violencia. Junto a ella, el hombre paternalista, el maltratador psicópata, el maltratador violador, el maltratador racista, y, por supuesto, el hombre-compañero, el hombre maduro y equilibrado que supone el perfecto contrapeso a todo lo anterior. Y en primer plano la mujer maltratada. No sometida. Hace tiempo que dejó de estar sometida. Pero sí amargada, encerrada y desconfiada que descubre en un hombre sentimientos que ella creía ajenos a su propia naturaleza como la camaradería, la confianza e incluso la bondad.
La segunda parte, «La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina» promete seguir la misma línea de exploración de este universo. Los protagonistas se embarcan en esta ocasión en una trama de prostitución de chicas del Este. Supongo que otra vez la historia del sometimiento, de la agresión sexual, en definitiva del maltrato a las mujeres.
Me gusta además la atmósfera, la ambientación. Me recuerda a Henning Mankell. Se puede sentir el frío, la oscuridad, la soledad en muchas ocasiones que rodea tanto a Michael Blomkvist como a Kurt Wallander.
Y una conclusión. Son absolutamente escalofriantes los datos que Stieg Larsson proporciona al comienzo de cada uno de los capítulos (en el caso del primer libro). Algunos de ellos me dejaron absolutamente horrorizada.