¿Está superada la nota de prensa?
Son ya muchos los años que llevo trabajando en el Departamento de Comunicación del sector público, 17 en total. He visto desfilar diferentes partidos y, por supuesto, diferentes cargos políticos en los distintos departamentos y puestos de responsabilidad. Algunos han sido mejores que otros, como en todos los órdenes de la vida, pero casi todos se han caracterizado, salvo contadas y honrosas excepciones, por no saber exactamente cómo manejar la comunicación. Había quienes la ninguneaban, como si no fuera con ellos la cosa; ha habido quienes la extradimensionaban, como si fuera algo perteneciente a otra dimensión e imposible de controlar; otros la ignoraban, «si no la contemplo siquiera, deja de existir»; y otros, simplemente, pensaban que no hay que dejarla en manos de los profesionales y que cualquiera puede ser, y es, periodista.
Si yo le doy a mi hijo cuando está enfermo Apiretal cada ocho horas alternando con Dalsy cada cuatro, eso no me convierte en médico. Médico es quien me lo ha prescrito. Si yo enciendo el ordenador cada mañana para conectarme con el mundo, eso no me convierte en informática. Si yo me aliso el pelo con secador de mano para estar medianamente mona, eso no me convierte en peluquera, peluquero es quien me ha aconsejado este cambio de imagen y me ha hecho este corte de pelo tan moderno.
Creo que hasta aquí, estamos todos de acuerdo. Pero llega la comunicación y todo el mundo sabe más que los especialistas. Una vez me dijeron que todos los españoles llevan un entrenador dentro. Yo más bien diría que llevan un periodista. Y así nos (les) va. La gestión de la comunicación hay que dejarla en manos de los profesionales, personas que se pegan años acumulando y analizando sabiduría y experiencias en torno a esta cuestión tan importante y tan huidiza. Otra cosa es quién aplica las recetas prescritas o cómo transmitimos lo que ya se ha diagnosticado.
Algunos cargos y personalidades deberían intentar comprender, por difícil que parezca, que nadie es infalible, ni siquiera ellos, y que si dejaran trabajar a los profesionales de cada sector, ellos brillarían mucho más, que al final es lo que quieren casi todos, salvo, vuelvo a insistir, honrosas excepciones.
P.d. No hace falta decir que si esto lo llevamos al ámbito de las redes sociales, la situación es dantesca.