Esperanza frente al cáncer
Artículo publicado en el periódico: 400 kilometros
Ante el anuncio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, de que iba a ser operada de un cáncer de mama (aprovecho estas líneas para desearle de corazón que se recupere lo antes posible), pensé en cuánto ha cambiado la comunicación de las enfermedades en general, y del cáncer en particular.
Defiendo y mantengo que la comunicación es fundamental en todos los órdenes de la vida, no sólo para divulgar algo desde un punto de vista empresarial, sino para relacionarnos como seres sociales que somos. Y esto, que es tan obvio, tiene todavía mucho camino por recorrer en instituciones, empresas, organizaciones y entidades de todo tipo.
En lo que respecta a la comunicación de las enfermedades, hasta hace muy poco tiempo se tendía o a ocultarlas o a estigmatizarlas, lo que provocaba, aparte del rechazo de la sociedad, mucho miedo a lo desconocido. Sin embargo ahora que hemos sido capaces de sustituir el diagnóstico de “larga y penosa enfermedad” por cáncer, a secas, parece que hay más esperanza en la palabra, más elementos positivos que negativos y menos temor.
Declaraciones públicas como la de Esperanza Aguirre, Luz Casal, Kylie Minogue, Sancho Gracia o Michael Douglas, por citar sólo algunos, ayudan y mucho a que esta enfermedad no sea vista como un sinónimo de destrucción. Primero porque hay enfermedades igual de largas o de penosas que sin embargo se citan sin problemas, y segundo porque en muchas ocasiones el cáncer se manifiesta como una afección que, tratada a tiempo, puede atajarse, cronificarse o desaparecer.
Estas valientes declaraciones son muy positivas porque, venciendo el natural pudor de hablar sobre algo tan íntimo, ayudan a la concienciación de la sociedad de que hablando con rigor y sin dramatismos añadidos de determinadas enfermedades estamos ayudando mucho a los que las padecen. Queda sin embargo alguna cuestión que superar.
Cuando los Medios de Comunicación se refieren a “´Fulanita ha vencido la batalla contra el cáncer” o “La valentía de Menganito en su lucha frente al cáncer” (frases muy manidas y reiterativas en las informaciones sobre esta enfermedad) hay muchos afectados que entre líneas leen: “¿mi padre no lo venció porque no fue lo suficientemente valiente?” “¿mi hermana no luchó lo bastante”? “¿no será que más que valiente ha sido afortunado/a?”. Y es que, volviendo al principio, la comunicación es esencial. Lo que decimos y cómo lo decimos puede provocar reacciones totalmente contrarias a lo que queremos transmitir.